Pilares de vida – II
El vals se baila entre dos, es la fusión del arte, los sentimientos y
las emociones, todo junto en un solo momento. Por lo general hemos visto
presentaciones en la televisión y con suerte en teatros o plazas. Son sus
movimientos sincronizados al ritmo de la música, risas y encanto, es el gozo de
hacer con el cuerpo lo que el alma quiere.
Por ahí viene la experiencia de esta lectura, de hacer con el cuerpo
aquello que el alma quiere. Si leíste el artículo anterior, sabrás que estamos
hablando de los pilares de la vida, los míos, los tuyos, los de aquellos que
aún no lo saben, por lo que hoy escarbaremos en esa misión que vinimos a hacer
en este plano terrenal y que es interesante de encontrar.
Un amigo mexicano un día me dijo “Yo nunca le he pagado a una
mujer por sexo”, y prosiguió “Un hombre que paga por sexo, no
tiene los pantalones para conquistar a una mujer”. Desde aquel día,
reconfirmé que el camino fácil no era lo mío, por lo que he buscado el
conocimiento por muchos años para descubrir la esencia de mi verdadera misión,
la cual es ayudar a los demás, y sí, esto implica entender que ayudar no es dar
el diezmo, donar en la Teletón o enviar comida seca en situaciones de crisis.
De damita a MUJER.
Sentado con unos primos en un restaurante, Edoardo, el más nocturno de
mis primos, me dijo “Ves a esa chica de aquella mesa”. Yo un tanto
despistado, la observé y ella me soltó una sonrisa pícara, en eso Edoardo me
dice “Esa es prepago”, a lo cual le respondí “Qué te pasa... esa
chica debe ser una secretaria” y me dice… “Qué inocente eres
primo.”
Acortando el cuento, entablé conversación con ella y la invité a cenar.
Era una chica extranjera de buen léxico y parecida a Mariah Carey. Se
dedicaba, según sus palabras a ser “damita de compañía”. Al pedirle que me
explicara como era eso, me dijo “Tú me ves, yo te sonrío, tú te acercas, te
ofrezco sexo rico, tú me pagas, lo hacemos y listo”. Por lo que corroborado
el comentario de mi primo, me pidió la dejara en una discoteca conocida y me
fui.
Mantuvimos contacto por un tiempo y en varias ocasiones la socorrí
económicamente o con un favor aquí o allá, sin yo pedir o darme ella nada a
cambio. Desde ese entonces deje de ponerle etiquetas a su profesión,
más que desagrado por saber lo que hacía, mi respeto por ella fue tal que sin
saber me enseñó a valorar más a la mujer, no a la imagen que muchos ven de
ellas.
Ayudar es más que dar.
Cuando nos damos la oportunidad de ver más allá de las máscaras y
sentir, descubrimos a seres con historias increíbles, quienes son grandes
maestros que abren su corazón. Tal vez en ese momento nosotros nos convertimos
en ALGUIEN, que aparte de extender una mano, damos aliento, esperanza o hasta
una sonrisa que alivia las penas, el dolor o la frustración del diario vivir de
esa persona en especial.
Es así como mi misión de vida se volvió hermosa. Es cuando el por
qué y el para qué de ayudar a los demás toma sentido. No es convirtamos
en Sor María Teresa de Calcuta o en filántropos dadores de lo monetario, es
llegar y cultivar la esencia de la verdadera ayuda, lo cual aplica para
amistades, hijos, desconocidos o para aquel Jorge Ramírez en tu camino.
Sí, Jorge Ramírez, como decía llamarse aquel hombre que vivía en la
calle, me dio una lección de humildad que guardo en mi corazón…
Siempre en las tardes le veía caminar desde mi balcón. Un día me atreví a
detenerlo y le dije “Tengo una ropa que seguro te quedará” y al verla,
la tomó con sus manos y me dice “Esta ropa no tiene energía”. Me
dio las gracias, se volteó y al empezar su camino, se detuvo y dando la vuelta
me dice “Me puedes comprar un café en la esquina”.
Yo ni lento ni perezoso empecé a caminar a su lado hasta llegar a la
esquina, me detuvo y sacó dinero de su bolsillo, por lo que le dije que yo le
invitaba el café, y me dio las gracias. Entré al restaurante y compré un café
con un emparedado para mi nuevo amigo. Salí y nos sentamos en
la acera a conversar. Él, en sus quimeras, me contó que dormía en una
alcantarilla con otras personas. Empecé a escuchar palabras y teorías que
eran de una persona sabia que, al menos, había leído mucho.
En ese momento pensé, yo que he ido a la universidad no articulo escenas
como esas. Sin darme cuenta, estaba conversando con un Ser de
luz. Hoy, muchos años después de ese encuentro, reconozco en Jorge
Ramírez un Ser que, en su mundo perfecto aprendió a vivir en el hoy con sus
momentos psicodélicos, resultado del uso de drogas duras que en la calle le
tenían. Seguro tuvo un hogar, una familia, hermanos y en ese
momento yo fui ese ALGUIEN para él.
No soy un Guru, ni pretendo serlo.
Estos dos casos, de muchos otros que he vivido con niños, jóvenes y adultos a lo largo de los años, describen mi propósito de vida: Ese que se convierte en energía pura, la cual me permite estar aquí contigo, compartiendo mis letras, mi sentir, mi historia y siendo solo un humano; si en algo te he ayudado te doy las gracias, sí a ti te doy las gracias por ayudarme a mí a ser hoy, mejor que ayer.
Abdiel Barranco C.
PD. Ayudar es un peldaño mas a la Paz Interior.

Chuchi,cuanto camino y vivencias recorridas, todas ellas llenas de experiencias que dan un mejor sentido a la vida.
ResponderEliminarLove you little brother.