jueves, 18 de junio de 2020

Apoyo a los demás


Pilares de vida – II

El vals se baila entre dos, es la fusión del arte, los sentimientos y las emociones, todo junto en un solo momento. Por lo general hemos visto presentaciones en la televisión y con suerte en teatros o plazas. Son sus movimientos sincronizados al ritmo de la música, risas y encanto, es el gozo de hacer con el cuerpo lo que el alma quiere.

Por ahí viene la experiencia de esta lectura, de hacer con el cuerpo aquello que el alma quiere. Si leíste el artículo anterior, sabrás que estamos hablando de los pilares de la vida, los míos, los tuyos, los de aquellos que aún no lo saben, por lo que hoy escarbaremos en esa misión que vinimos a hacer en este plano terrenal y que es interesante de encontrar.

Un amigo mexicano un día me dijo “Yo nunca le he pagado a una mujer por sexo”, y prosiguió “Un hombre que paga por sexo, no tiene los pantalones para conquistar a una mujer”. Desde aquel día, reconfirmé que el camino fácil no era lo mío, por lo que he buscado el conocimiento por muchos años para descubrir la esencia de mi verdadera misión, la cual es ayudar a los demás, y sí, esto implica entender que ayudar no es dar el diezmo, donar en la Teletón o enviar comida seca en situaciones de crisis.

De damita a MUJER.

Sentado con unos primos en un restaurante, Edoardo, el más nocturno de mis primos, me dijo “Ves a esa chica de aquella mesa”.  Yo un tanto despistado, la observé y ella me soltó una sonrisa pícara, en eso Edoardo me dice “Esa es prepago”, a lo cual le respondí “Qué te pasa... esa chica debe ser una secretaria” y me dice…   “Qué inocente eres primo.

Acortando el cuento, entablé conversación con ella y la invité a cenar.  Era una chica extranjera de buen léxico y parecida a Mariah Carey. Se dedicaba, según sus palabras a ser “damita de compañía”. Al pedirle que me explicara como era eso, me dijo “Tú me ves, yo te sonrío, tú te acercas, te ofrezco sexo rico, tú me pagas, lo hacemos y listo”. Por lo que corroborado el comentario de mi primo, me pidió la dejara en una discoteca conocida y me fui.

Mantuvimos contacto por un tiempo y en varias ocasiones la socorrí económicamente o con un favor aquí o allá, sin yo pedir o darme ella nada a cambio.   Desde ese entonces deje de ponerle etiquetas a su profesión, más que desagrado por saber lo que hacía, mi respeto por ella fue tal que sin saber me enseñó a valorar más a la mujer, no a la imagen que muchos ven de ellas.

Ayudar es más que dar.

Cuando nos damos la oportunidad de ver más allá de las máscaras y sentir, descubrimos a seres con historias increíbles, quienes son grandes maestros que abren su corazón. Tal vez en ese momento nosotros nos convertimos en ALGUIEN, que aparte de extender una mano, damos aliento, esperanza o hasta una sonrisa que alivia las penas, el dolor o la frustración del diario vivir de esa persona en especial.

Es así como mi misión de vida se volvió hermosa.  Es cuando el por qué y el para qué de ayudar a los demás toma sentido.  No es convirtamos en Sor María Teresa de Calcuta o en filántropos dadores de lo monetario, es llegar y cultivar la esencia de la verdadera ayuda, lo cual aplica para amistades, hijos, desconocidos o para aquel Jorge Ramírez en tu camino. 

Sí, Jorge Ramírez, como decía llamarse aquel hombre que vivía en la calle, me dio una lección de humildad que guardo en mi corazón…   Siempre en las tardes le veía caminar desde mi balcón.  Un día me atreví a detenerlo y le dije “Tengo una ropa que seguro te quedará” y al verla, la tomó con sus manos y me dice “Esta ropa no tiene energía”. Me dio las gracias, se volteó y al empezar su camino, se detuvo y dando la vuelta me dice “Me puedes comprar un café en la esquina”.

Yo ni lento ni perezoso empecé a caminar a su lado hasta llegar a la esquina, me detuvo y sacó dinero de su bolsillo, por lo que le dije que yo le invitaba el café, y me dio las gracias. Entré al restaurante y compré un café con un emparedado para mi nuevo amigo.    Salí y nos sentamos en la acera a conversar.   Él, en sus quimeras, me contó que dormía en una alcantarilla con otras personas.  Empecé a escuchar palabras y teorías que eran de una persona sabia que, al menos, había leído mucho.

En ese momento pensé, yo que he ido a la universidad no articulo escenas como esas.  Sin darme cuenta, estaba conversando con un Ser de luz.   Hoy, muchos años después de ese encuentro, reconozco en Jorge Ramírez un Ser que, en su mundo perfecto aprendió a vivir en el hoy con sus momentos psicodélicos, resultado del uso de drogas duras que en la calle le tenían.   Seguro tuvo un hogar, una familia, hermanos y en ese momento yo fui ese ALGUIEN para él.  

No soy un Guru, ni pretendo serlo.

Estos dos casos, de muchos otros que he vivido con niños, jóvenes y adultos a lo largo de los años, describen mi propósito de vida: Ese que se convierte en energía pura, la cual me permite estar aquí contigo, compartiendo mis letras, mi sentir, mi historia y siendo solo un humano; si en algo te he ayudado te doy las gracias, sí a ti te doy las gracias por ayudarme a mí a ser hoy, mejor que ayer.

 

Abdiel Barranco C.

PD. Ayudar es un peldaño mas a la Paz Interior.


1 comentario:

  1. Chuchi,cuanto camino y vivencias recorridas, todas ellas llenas de experiencias que dan un mejor sentido a la vida.
    Love you little brother.

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