jueves, 9 de julio de 2020

AQUÍ Y AHORA


TIEMPO, una constante sin freno que no puedes guardar para después o adelantarle antes del mañana; también nos dicen que hay que vivirlo, pero en el manual de la vida no aparece cómo se hace eso, cómo se ve e inclusive cómo podemos escuchar el tiempo mas allá del tic tac del reloj, que al parecer siempre nos dice APÚRATE.

Corremos por todo, es mas desde la infancia nos enseñan al trote…   “Apúrate que ya estamos tarde…”, “Termina rápido las tareas…” y llegada la Per-adolescencia queremos que el tiempo pase lento para que no salgan de casa sin despedirse.   Intentamos que el tiempo pase lento para que nuestros viejos no tomen el viaje sin retorno o para dejar de apagar velas en cada otoño.

Así lo aprendimos y así lo seguimos enseñando…    Por eso hice un viaje a un sendero sin letreros, para descubrir por mi cuenta que es el tiempo y llegué a un riachuelo donde me senté en la orilla a escuchar, a sentir mas que a ver, a fluir mas que a pensar que ese era solo un riachuelo.    Ahí fue donde pude hacer visible el tiempo, no con mis canas e insipientes arrugas, sino en el placer de no tener apuro en disfrutar su sonido, su olor y hasta su sabor.  

 

Con las manos en el pecho y respirando con calma.

Escuchando a Sandra Majluf – Docente y facilitadora en procesos de educación viva – me percate que desde la infancia todo es al extremo y sin sentido.   En la búsqueda de la “Excelencia” nuestros padres buscaron para nosotros y nosotros para nuestros hijos LA MEJOR escuela posible, el MEJOR coach deportivo, la MEJOR academia de ballet que pudimos costear.

Nos exigieron y exigimos desde buenas notas a la perfección, imponiendo, ordenando, dirigiendo cada paso de la vida de nuestros hijos, así como lo hicieron con nosotros.    Bajo esas circunstancias, lo único que se disfruta es el recreo y las vacaciones, tratando siempre que duren un poquito más.    Esto no es una casualidad, ya que ese TIEMPO es el único en el cual ellos/ellas tienen poder de decisión, libertad de movimiento, palabra y pensamiento.

La realidad de toda esta perfección es que hoy como ayer, hay muchos jóvenes y adultos que NO SABEN que hacer con sus vidas, que estudiar o por lo menos saber que les gusta y esto se debe a que desde la posición de PADRES, siempre elegimos por ellos, ordenando, mandando, queriendo que ellos sean lo que ellos no quieren ser o hacer.

Ahí fue cuando me puse las manos en el pecho y respiré profundo dándome cuenta que, así como fui victima de ese apuro, en ocasiones soy victimario con exigencias y presión por el tiempo; controlando todo para que salga bien, cronometrado y bajo los parámetros que con tanta expectativa diseñe, visualice y declare.     Mi ego no me engaño, solo le obedecí sin cuestionar. 

 

Aprender es una constante.

Así fue como en la cabeza nos metieron que el aprender es un proceso educativo que solo se da en las escuelas, con los maestros, profesores, en las aulas con pizarrón y ahora con la computadora; la verdad no hay nada más errado que esto.   Hoy y siempre el aprendizaje es una constante y ejemplo de eso fue mi encuentro MUY cercano con un gusano colorido, el cual a temprana edad intente tomar con mi mano, sintiendo casi un corto circuito que me enseño “A ese gusano no hay que tocarlo” luego en los documentales de NatGeo aprendí que el colorido de los insectos es justo una señal de advertencia…   Un poco tarde para mí.

Ahí es donde vuelvo a mi encuentro con el tiempo en aquel riachuelo, donde reconfirme que para aprender no necesitamos un segundero que nos venga por la espalda a dar azotes, eso no es educar, es adoctrinamiento.   Cuando adoctrinamos a nuestros hijos, estamos imponiendo nuestra voluntad, cercenando su creatividad, capacidad de respuesta y posibilidad que ellos resuelvan sus propios problemas.   Luego les exigimos que respondan las interrogantes de siempre “Y tu qué quieres estudiar en la universidad”, ¿Cómo NO puedes resolver esto tu solo/sola?

Esto es altamente incongruente, por eso la misión como padres y madres es ser guías para nuestros hijos, sobrinos, ahijados…   Si, muchos me han dicho “Es que yo no tengo hijos” pues todo aquel que enseña con emoción, tiene la capacidad de llegar al corazón de otro ser y justo eso es lo que hace un verdadero padre, una madre de verdad.   Guiar, orientar.

 

¿Cuándo fue tu último recreo?

Como dice Mario Alonso Puig en su libro -Tomate un respiro- “es necesario tomarse un tiempo para conectarnos con el poder del silencio y salir de la tiranía del ruido” tenemos que afrontar las situaciones impuestas que en muchas ocasiones adormecen nuestra capacidad para conectarnos con los hijos, padres, amigos o en la oficina.   Es el tiempo un amigo cuando dejamos de correr y nos conectamos al HOY, sintiéndolo desde el desayuno en la mañana, al disfrutar del otro ser que nos mira a los ojos.

Si bien es cierto que nos enseñaron a vivir en el apuro, es nuestro deber individual detenernos a pensar, soltar el miedo a ser sensible, a que te importe un carajo lo que digan y piensen los demás, a darte valor, a reconectarte con tu Ser interior, ese que por el apuro dejaste olvidado en aquel recreo, donde un charco de agua era la oportunidad perfecta para aventurarte sin pensar en las consecuencias, pero que divertido era.

En esta verdadera escuela de la vida siempre se es alumno y en algunas ocasiones maestro, pero nunca se deja de ser humano cuando vivimos conectados al aquí y ahora.


Abdiel Barranco C.

PD. ¿Tú estas aquí y ahora?

2 comentarios:

  1. Presente! Aquí y ahora��...qué maravilloso tiempo de recreo�� Gracias, gracias,gracias

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