TIEMPO, una constante sin freno
que no puedes guardar para después o adelantarle antes del mañana; también nos
dicen que hay que vivirlo, pero en el manual de la vida no aparece cómo se hace
eso, cómo se ve e inclusive cómo podemos escuchar el tiempo mas allá del tic
tac del reloj, que al parecer siempre nos dice APÚRATE.
Corremos por todo, es mas desde la
infancia nos enseñan al trote… “Apúrate que ya estamos tarde…”, “Termina rápido las tareas…” y llegada la Per-adolescencia queremos que el tiempo pase lento para que no salgan de casa sin despedirse. Intentamos
que el tiempo pase lento para que nuestros viejos no tomen el viaje sin retorno
o para dejar de apagar velas en cada otoño.
Así lo aprendimos y así lo
seguimos enseñando… Por eso hice un
viaje a un sendero sin letreros, para descubrir por mi cuenta que es el tiempo y llegué
a un riachuelo donde me senté en la orilla a escuchar, a sentir mas que a ver,
a fluir mas que a pensar que ese era solo un riachuelo. Ahí fue donde pude hacer visible el tiempo,
no con mis canas e insipientes arrugas, sino en el placer de no tener apuro en
disfrutar su sonido, su olor y hasta su sabor.
Con las manos en el pecho y respirando con calma.
Escuchando a Sandra Majluf – Docente y facilitadora en
procesos de educación viva – me percate que desde la infancia todo es al
extremo y sin sentido. En la búsqueda de
la “Excelencia” nuestros padres buscaron para nosotros y nosotros para nuestros
hijos LA MEJOR escuela posible, el MEJOR coach deportivo, la MEJOR academia de
ballet que pudimos costear.
Nos exigieron y exigimos desde buenas notas a la perfección,
imponiendo, ordenando, dirigiendo cada paso de la vida de nuestros hijos, así
como lo hicieron con nosotros. Bajo esas circunstancias, lo único que se
disfruta es el recreo y las vacaciones, tratando siempre que duren un poquito más. Esto no es una casualidad, ya que ese
TIEMPO es el único en el cual ellos/ellas tienen poder de decisión, libertad de
movimiento, palabra y pensamiento.
La realidad de toda esta perfección es que hoy como ayer, hay
muchos jóvenes y adultos que NO SABEN que hacer con sus vidas, que estudiar o por lo
menos saber que les gusta y esto se debe a que desde la posición de PADRES, siempre elegimos
por ellos, ordenando, mandando, queriendo que ellos sean lo que ellos no
quieren ser o hacer.
Ahí fue cuando me puse las manos en el pecho y respiré
profundo dándome cuenta que, así como fui victima de ese apuro, en ocasiones soy
victimario con exigencias y presión por el tiempo; controlando todo para que
salga bien, cronometrado y bajo los parámetros que con tanta expectativa diseñe,
visualice y declare. Mi ego no me engaño, solo le obedecí sin cuestionar.
Aprender es una constante.
Así fue como en la cabeza nos metieron que el aprender es un
proceso educativo que solo se da en las escuelas, con los maestros, profesores,
en las aulas con pizarrón y ahora con la computadora; la verdad no hay nada más
errado que esto. Hoy y siempre el
aprendizaje es una constante y ejemplo de eso fue mi encuentro MUY cercano con
un gusano colorido, el cual a temprana edad intente tomar con mi mano,
sintiendo casi un corto circuito que me enseño “A ese gusano no hay que
tocarlo” luego en los documentales de NatGeo aprendí que el colorido de los
insectos es justo una señal de advertencia…
Un poco tarde para mí.
Ahí es donde vuelvo a mi encuentro con el tiempo en aquel
riachuelo, donde reconfirme que para aprender no necesitamos un segundero que
nos venga por la espalda a dar azotes, eso no es educar, es
adoctrinamiento. Cuando adoctrinamos a
nuestros hijos, estamos imponiendo nuestra voluntad, cercenando su creatividad,
capacidad de respuesta y posibilidad que ellos resuelvan sus propios problemas. Luego les
exigimos que respondan las interrogantes de siempre “Y tu qué quieres estudiar en la universidad”, ¿Cómo NO puedes resolver esto tu solo/sola?
Esto es altamente incongruente, por eso la misión como padres
y madres es ser guías para nuestros hijos, sobrinos, ahijados… Si, muchos me han dicho “Es que yo no
tengo hijos” pues todo aquel que enseña con emoción, tiene la capacidad de
llegar al corazón de otro ser y justo eso es lo que hace un verdadero padre,
una madre de verdad. Guiar, orientar.
¿Cuándo fue tu último recreo?
Como dice Mario Alonso Puig en su libro -Tomate un respiro- “es
necesario tomarse un tiempo para conectarnos con el poder del silencio y salir
de la tiranía del ruido” tenemos que afrontar las situaciones impuestas que
en muchas ocasiones adormecen nuestra capacidad para conectarnos con los hijos,
padres, amigos o en la oficina. Es el
tiempo un amigo cuando dejamos de correr y nos conectamos al HOY, sintiéndolo desde
el desayuno en la mañana, al disfrutar del otro ser que nos mira a los ojos.
Si bien es cierto que nos enseñaron a vivir en el apuro, es
nuestro deber individual detenernos a pensar, soltar el miedo a ser sensible, a
que te importe un carajo lo que digan y piensen los demás, a darte valor, a
reconectarte con tu Ser interior, ese que por el apuro dejaste olvidado en aquel recreo,
donde un charco de agua era la oportunidad perfecta para aventurarte sin pensar
en las consecuencias, pero que divertido era.
En esta verdadera escuela de la vida siempre se es alumno y
en algunas ocasiones maestro, pero nunca se deja de ser humano cuando vivimos
conectados al aquí y ahora.
Abdiel Barranco C.

Presente! Aquí y ahora��...qué maravilloso tiempo de recreo�� Gracias, gracias,gracias
ResponderEliminarGracias, me alegro que estés conectado al hoy.
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