El tiempo pasa, los hijos crecen y salen del nido, la soledad acompañada golpea fuerte y en algún momento me llego la llamada para recuperar la razón y mis ganas por VIVIR, más cuando ya no dormíamos juntos, cualquier tema se convertía en un problema y en mi interior algo me decía “Esta no es la vida que quiero seguir viviendo”.
Así los años siguieron pasando, por lo que decidí tomar mi
vida por los cuernos y empecé, hebra a hebra, a cortar ese vinculo que desde
muy joven me encerró en una “jaula de oro”, mientras me inventaba excusas
fantasiosas, para que mis hijos, familiares y amistades no supieran lo que yo vivía,
por lo que me hundí mas en mi soledad, con muy pocos momentos agradables,
gracias a mis hijos.
Así empecé a salir sin pedir permiso o preguntar si podía ir
a “X o Y” lugar; al inicio me sentía confundida, ya que solo salía con él,
ambos callados o como siempre, discutiendo porque el taxista no había puesto
las direccionales y casi nos chocamos…
Como si pelear en casa no fuera suficiente.
Mi mejor amiga, con una situación similares en su casa,
basada en sus creencias religiosas me decía “Amiga, recuerda que es
hasta que la muerte nos separe” por lo que yo me preguntaba si Dios
era tan cabrón de hacernos eso, ya que si bien es cierto que nadie dice que el
matrimonio es color de rosas, tampoco es para que sea una cárcel de mierda.
Mi historia y no por hacerme la víctima, es la de una mujer de
familia sencilla; por inexperiencia caí ante sus palabras, allá cuando apenas tenía veinte años,
con sueños de ser secretaria en un buffete de abogados, que era lo típico que
nos imponían a las mujeres a inicios de los 80´s; me casé virgen, sin conocer
la ciudad, los carnavales y ni idea de lo que era la sexualidad, ya que en mi
casa nunca se habló de eso.
Así fue mi vida, pero hoy que veo la película en reversa, he
aprendido a perdonarme y aceptar que todo eso ha sido de ayuda, para disfrutar
de mi vida, como yo decida y sin pena o arrepentimiento en mi PRESENTE.
Un día, gracias a la invitación de una conocida, asistí a un
conversatorio que me resulto interesante, en donde se hablaba de amor
propio, auto estima, superación personal y del como superar las heridas del
pasado. Antes para mi esos temas no eran de interés, ya que decía
que mi vida, con todo aquello, era lo que me había tocado y que nadie me podría
enseñar a vivir mi vida.
Jaaaa, que equivocada estaba. Ahí entre mujeres mayores y menores que yo,
también había caballeros, desde jóvenes profesionales a hombres ya maduros, pero uno en
particular llamo mi atención y al parecer se dio cuenta, por lo que muy sutilmente
se acerco y dijo algo tonto que me hizo reír; la verdad sentí algo extraño en
mi vientre y no se si estaba nerviosa o sonrojada, pero no sentí miedo o acoso
de su parte, ya que transpiraba paz.
Sí, lo reconozco, hablamos largo y tendido luego de la
charla; luego al estar a solas en mi cuarto, recordaba sus palabras “Una vez despiertes,
no habrá vuelta atrás” esto me dejo curiosa, por lo que unos días
después y muy disimuladamente le escribe al whatsapp un “Hola, soy yo”
al ver que no hubo respuesta inmediatamente, me llene de ansias y borre el chat
“Que estúpida soy, cómo un hombre joven como el se va a fijar en mi” Para mi sorpresa, en la noche me respondió (Obvio, no se excuso ni nada) por
lo que ese día iniciamos nuestras largas conversaciones casi que filosóficas.
En cada una, mi curiosidad me llevaba a preguntar cuanta
cosa se me ocurriera y el sin reparo y desde su experiencia (MUCHO mas
recorrida que la mía) me hacia pensar, cuestionarme, dudar de todo aquello que
a lo largo de mi vida había creído y sin darme cuenta, me había sumergido en el
mundo del DESPERTAR DE LA CONSCIENCIA.
Obvio, el tema sexual no escapaba de nuestras
conversaciones, por lo que me atreví a sugerir tomarnos un café y así, viéndole
a los ojos, cuestionarle sus intenciones para conmigo, ya que no pretendía estar
en la lista de sus conquistas. La
verdad, en esta ocasión tuve el tiempo de observarlo con mayor detenimiento,
escuchar cada una de sus experiencias y yo, bueno, ya sabes mi cuento, por lo que,
en ese momento, ahí en medio de un bullicioso y reconocido café, sentí que nos
encerramos en una burbuja, en donde solo estábamos él y yo.
¿Qué es lo que tú quieres? Me pregunto sin tapujos y viéndome directo a
los ojos, a lo que si reparo y directo le dije “Quiero cogerte”. Él sin
el más mínimo resquicio de asombro, me dijo “Me alegro de que estés tan segura
de ti misma” pero lo que el no sabe, es que casi me orino de la pena, ya
que yo jamás, NUNCA había dicho algo así y menos a una persona que recién conocía.
De aquella primera vez, solo diré que en mi vida me había sentido
tan valorada y deseada, por lo que poco a poco y con calma, me iba guiando para
despertar aquello que siempre había estado ahí, pero que nunca pude explorar o
reconocer de mi cuerpo con el padre de mis hijos, no sin ser atacada por las
inseguridades, ya que yo, una mujer divorciada de 60 años, que tipo de relación
tendría con un hombre casi 20 años menor que yo. Es así como me di cuenta de lo adoctrinada
que estaba, ya que mi madre siempre me decía “una mujer decente no hace
cochinadas con su esposo” o aquel comentario de “Las calenturientas,
esas son putas” y con él descubrí que tenía mucho de calenturienta y que no
pasaba nada, si disfrutaba a mis anchas de mi sexualidad, sin pena, vergüenza o
nada de eso, ya que lo que pasaba entre nosotros, se quedaba entre nosotros.
Con el tiempo fui liberándome de miedos heredados, culpas,
el qué dirán y con paciencia y ternura, el logro destapar un tema que oculto
arrastraba desde mi infancia; ese día llore como la niña que, acosada por un
adulto, prefirió tapar el sol con un dedo, por lo que diciéndome “Llora y sana esa
herida” me dio un tierno abrazo que no he podido olvidar, ayudándome a sanar este y otros temas que había ocultado por muchos años.
El tiempo ha pasado y hoy me siento plena, segura de mi
misma y responsable de mis actos, por lo que disfruto de la LIBERTAD de ser,
estar, pensar y hacer lo que realmente siento y quiero, no lo que la sociedad, la
religión, mi familia o mis hijos digan, ya que hoy me siento mas mujer que
nunca y aunque el ya no es mi pareja, sabe que lo amo incondicionalmente, como
el me ama a mí, sin apegos o dependencia...
Gracias a mi amiga por permitirme conocer su historia, la
cual es un testimonio real, de eso que muchas mujeres viven en silencio,
autoimponiéndose una falsa felicidad o hasta con dolor por acostumbrarse a estar a la sombra o con el
miedo a ser DUEÑA de su vida, pensamientos, palabras y acciones.
Abdiel Barranco C.
PD.

Muy bueno... Gracias tocayo
ResponderEliminarGracias Abdiel....y gracia a tu amiga por ayudar a muchas mujeres a ser ellas....ser mujer
ResponderEliminarTotalmente yo ,allí en esa historia ,gracias por compartirla y mirar que estoy sanando día a día mi amor propio
ResponderEliminar