No sé si a ti, pero a mí en ocasiones me llega un mensaje, casi que una orden de EL Jefe, la cual no puedo obviar, por lo que desde que aprendí a hacer caso a sus sorpresivos mensajes, no dudo y cumplo sin cuestionarle.
Así fue como un sábado cualquiera, me llegó el fax
“Tienes que ir a la Cruz de Campana" y bueno, la verdad no
quería ir solo, por lo que hice una invitación abierta a mis conocidos, que
resultó fallida.
Domingo 4:00 am
Como buen aventurero, me había bañado en la noche,
así que me vestí, medio que desayune y agarre mi mochila, SIEMPRE lista y partí
hacia Campana. La madrugada estaba oscura y con muy poco tráfico, iba
cantando algunas canciones de la radio y en mi corazón tenía la certeza de que
esta sería toda una experiencia que recordaría como algo especial. Al salir de la carretera Interamericana, empecé a
subir hacia el Parque Nacional altos de Campana, el cual me recibió con un frío
manto de espesa neblina, augurio de agua y camino resbaloso.
Justo a las 6:00 am estacione el carro bajó un
árbol, aliste mi capote, saque los trekking poles y me puse la mochila - Mi
idea: Llevar una carga media +, como si fuera a acampar en la montaña.
El recorrido puede ser de 1 km o tal vez un poco más, pero
con un grado de dificultad de 3.8 en la escala del 1 al 5. Había MUCHO lodo,
charcos de agua y tomando en cuenta que tenía al menos 10 años que no subía a
la cruz, sentí el camino muy deteriorado, pero aun así me lo iba disfrutando con calma y paciencia.
Al hacer consciencia de que estaba solo, prestaba atención a cada paso, ya que las raíces suelen ser un problema, si la pisas en el ángulo incorrecto, pero aun así sabía que habría algo especial para mí
en aquella pequeña roca, donde hay una gran Cruz, por lo que, con paso firme,
pero sin apuro, fui superando cada obstáculo del camino.
Llegué a la bifurcación donde inicia la bajada,
tomé un descanso y a bajar se a dicho. Como no uso reloj y la verdad mi
tema no era hacer un informe cronológico al extremo o romper un récord de asenso, iba relajado y sin darme
cuenta, llegué a la base de la roca.
El dosel no me permitía apreciar la vista, así que
subí por la grieta de la derecha, hasta que llegué a la base de la Cruz.
Para mí sorpresa, la espesa neblina no me permitía ver a más de 3 mts. así que le dije... "Ok, hoy te harás de esperar" por lo que me relaje y cerre los ojos para SENTIR...
Recupere el aliento, me quite el capote y procedí
a preparar el café.
En ese momento no me sentí defraudado, más bien
agradecido de haber vuelto a ese mágico lugar, por lo que empecé a hablar con
Dios, lo cual es un ritual diario, en donde le comparto mis agradecimientos por
TODO lo que me ha dado y vivido.
Por momentos reí, en otros recordé muchas
cosas, al punto en que de la nada, las lágrimas empezaron a salir y sí, lloré
como un niño, pero era de la alegría de estar VIVO ahí, en la iglesia que amo
tanto, cuido y respeto, ya que en Campana, en medio de agrestes paisajes,
muchas rocas, vientos fuertes, oscuridad y soledad, Él nunca me ha abandonado y
me ha traído de vuelta, sí pues, con algunos rasguños y hasta deshidratado, pero VIVO.
En eso el olor a café me recordó el objetivo y
brindamos los dos como los grandes amigos o Maestro y Alumno que somos; en eso las nubes empezaron a moverse con velocidad y a lo
lejos y por unos segundos el paisaje verde apareció frente a mí con todo su
esplendor, por lo que grite GRACIASSSS!!!
El tiempo paso y vino la segunda taza de café, en
eso se empezó a despejar el clima; no tengo idea de cuánto tiempo había pasado, por lo
que empecé a apreciar cada una de las montañas, cañones y rocas que por esas
áreas he recorrido y disfrutado. La verdad es que para amar la naturaleza, hay que vivirla y ahí, es donde mas vivo me siento y esto, no me cansare de repetirlo.
A lo lejos, una enorme y hermosa ave blanca se apareció, lo
cual fue una clara señal de "REGRESA", así que recogí, me despedí de mi compañero y
guía, partiendo sin prisa, ya que el retorno incluía una empinada y complicada
subida, así como el riesgo de resbalar, como ya me había pasado en una ocasión anterior, por lo que con calmita, recordé el dicho de mi padre cuando de niño hacia las infinitas planas de números "Despacio y buena letra".
Increíblemente encontré muy poca basura en el
sendero, por lo que en una de esas oportunidades que recogía un papel, dos aves
me dieron las gracias, luego unos tucanes pico Iris me dijeron "por
aquí es el camino" hasta que finalmente regrese al carro, sin un solo rasguño y mas feliz que el carajo.
Esta hermosa experiencia en "solitario"
me aclaró que cuando Dios tiene una misión para uno, no hay que cuestionarle,
ya que no necesitaremos compañía, porque con él, si realmente confías, nunca
estarás solo.
Abdiel Barranco C.
PD. Nos vemos en la montaña.

Excelente, como todas tus publicaciones, Abdiel. Y qué lo hace tan interesante? La forma en que lo barras. Provocas empatía, vas dibujando cada paso, que permites que el lector se sienta dando cada paso contigo, pisando ese lodo, llegando a la cruz, haciendo el café, hablando con Dios (hasta se me aguaron los ojos también)... Es una experiencia divina ver ese paisaje, a las aves (apesar de no estar ahí, ni conocer el lugar). Gracias, sigue escribiendo. Es un don que se te ha dado. Me alegro que seas "ese" instrumento! Me llegó! ��. Un abrazo, Yas...
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