Hay actividades que tiene un para qué en la vida, otras son solo momentos pasajeros; en aquellas ligadas a la aventura hay mochilas, equipo de montaña, comida deshidratada que te hace mas llevadera una expedición en la montaña, pero a lo largo de mis 39 años de disfrutar de la aventura, ya sea volando parapente, esquiando, buceando, montando a caballo o bajando un cañón usando una cuerda, algo que no puede faltar es un buen amigo.
Ellos, compañeros esporádicos de ruta, se montan al 4x4 de tu vida en esos
momentos en donde pides adrenalina a gritos y afortunadamente de toda la familia
aventurera que uno se hace en la ruta, siempre hay un hermano fiel que es cómplice
en cada “locura” para aquellos que no entienden de dormir con el culo en el
suelo o de andar con las botas mojadas, rodeado de mosquitillos y una que otra
situación que se puede complicar.
Es así como nuevamente las ganas de monte me llegaron, por lo que con mas
de 30 días de anticipación informe a mi garra Miguel Garuz “Nos
vamos pa´l monte” y sin mas, ni
más nos llego el día. En esta ocasión
en honor a mi padre en la Aventura, mi viejo y querido Iván Herrera, quien en
las aventuras más extremas, siempre estuvo ahí.
“GARRA, BAJO EN 5”
Siempre en todo viaje al monte uno debe ir con la retaguardia limpia y la
tripa vacía; así fue como bien temprano agarramos rumbo. En este caso teníamos dos lugares en mente,
por lo que subimos un camino y un portón nos detuvo, rápidamente improvisamos y
dijimos “Vamos a Frijoles” por lo que sin darle muchas vueltas nos enfilamos
hacia allá; en el camino y como buen augurio, se nos cruzo un Broad billed Motmot
(Un ave) que raudo y veloz desapareció dejándome emocionado, ya que nunca la había
visto.
Luego de dejar el carro y saludar a los amigos del *PRDC agarramos
nuestras respectivas 30 lbs de peso en cada mochila y sin prisa, pero sin pausa
en 50 min. llegamos a destino. En el
puente sobre el río frijoles nos separamos de un grupo de turistas y abriéndonos
trocha desaparecimos en la espesura de la selva tropical. La verdad, la idea era ir río arriba para
encontrar un área de acampada que tuviese prestaciones de hotel todo incluido y
aunque las expectativas las habíamos dejado en casa, el mojarnos las botas fue
regresar a las viejas andanzas entre cañones y disfrutar lo rico de lo
desconocido.
Luego de cruzar una poza que tenía una enorme laja oscura, encontramos un
remanso que parecía prometedor, pero para asegurarnos de que no había algo mas
interesante río arriba, caminamos unos cuantos metros y nos detuvimos, ya que había
un buque a orquídea que nos dejo poseídos; luego advertimos que más arriba había
árboles derribados y el cause del río se cerraba por lo que regresamos al remanso.
AQUÍ ES.
A simple vista el área presentaba un acceso fácil al río, un lobby acogedor
y área de hamacas plana con vistas al río, por lo que pusimos manos a la obra
para despejar, limpiar y acomodar todo para hacer de ese lugar, nuestro refugio
por una noche. Tal vez en dos horas ya
habíamos limpiado el área, cuando mi garra me dice “Vení
a ver” por lo que subí y me dice “Aquí
los gringos tenían algo, ya que hay cuatro tubos de acero” y efectivo, en
formación de perfectamente cuadrada, los tubos eran de utilidad para cualquier
cosa.
En eso Migue me dice “El Srgto. McCormick es
un HP, solo nos dejos los tubos” y ahí empezó la joda, por lo que se
nos ocurría cualquier locura para culpar al Srgto. McCormick, por lo que, con las
habitaciones listas, era hora de refrescarnos y al agua fuimos a dar SEÑORRR,
sí SEÑOR. Quien ha estado en un río conmigo
sabe que yo soy mitad gato y mitad cabra de montaña, por lo que el agua no me
gusta mucho y con mayor razón, si hay sardinas muerde piripicho.
Fue al intento número uno de meterme al área más onda del Spa, cuando
sazzzzz, allá va la primera sardina atrevida a morderme el muslo, por lo que
brinque y me dice Migue “Coño, yo te he visto luchar con dinosaurios y
saltar de acantilados y le temes a una sardinita” la verdad, no tengo
alegato en mi defensa, pero esas HP´s muerden duro no joda.
EL MENÚ PARA HOY
A ver, puede que no tengamos los últimos gadgets aventurescos o hagamos
expediciones con National Geografic, pero algo que nos caracteriza a mi garra y
a mí, es que comemos con manteles blancos…
Bueno, lo intentamos y en esta ocasión no era la excepción. Sr. para hoy tenemos paella valenciana, con
leves notas de humo, en cenizas de leños selváticos, con un Chateau Les Agues,
con filtrado de Katadine. Yo todo
emocionado pongo la ollita en la parrilla con la orden completa y a medio
hervor, cuando en medio de atizar el fuego, una ramita toco la parrilla y allá
fue esa vaina.
Resultado, media porción de paella en el suelo… Lagrimas al cielo, así que con el cucharon
agarre la porción superior y la devolví a la olla (En el monte todo, bueno casi
todo se vale) por lo que le eche un poquito mas de agua y a la candela de nuevo. Tal vez pasaron 10 min. y entre poner unas piedras
planas en el piso de la fogata y echarle un ojo al cocinaito, cuando solita la
olla se vino abajo otra vez… Ahí creo
que los monos se asustaron, ya que dije ¡¡¡NOOOOOO!!! Aja, la paella a las rocas. Ni modo, vuelve y recoge, menos obviamente
y a la ollita otra vez.
“Garra te tengo una mala noticia” a lo que me responde “Coño dime que al menos que tienes una buena noticia”
por lo que le respondí. “La mala es
que se volvió a caer la paella, la buena es que me la comí toda, por lo que si
me cae mal, será uno con cagadera y no dos” 😆
LOS BUENOS AMIGOS NUNCA TE AVANDONAN.
“Mi garra” me dice Miguel, eso no es problema y sazzzz, saco dos sobres de
espaguetti a la bolognesa y salvo la cena.
Joder, yo ya estaba pensando adelantar el desayuno, pero tomando en
cuenta que eran las 5:00 p.m. del sábado y que al menos saldríamos a las 12:00
md del domingo, la vaina se pintaba fea sin ese rico resuelve… Gracias Garra.
En fin, en la noche hubo concierto de Eleutherodactylus Diastema, también del
tenor Leptodactylus Pentadactylus y ya en el After, creo que como a las 4:00
a.m. arranco DJ Aullador, Feat Cariblanco con sendas melodías, por lo que nos
levantamos, hicimos arepas de desayuno, huevos revueltos y carne de lata en salsa
de saliva de salvaje hambriento, con un Kotowa muy oloroso que tenía notas de
chocolate y vainilla; quedo del carajo pa´riba.
Tal vez no entiendas muchos de los chistes, nombres o alusiones
aventurescas del cuento, pero lo que si se te decir, es que la vida se vive
mejor sin miedo y en compañía de los buenos amigos.
Abdiel Barranco C.
Última Expedición al cañón de Campana con el viejo.


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