Cuento corto.
En un pueblo de cualquier país latinoamericano, una vez al mes se realizaba una subasta de ganado; cada dueño de finca llevaba sus mejores animales para ser subastados al mejor postor. Ahí se daban cita ganaderos dueños de muchas hectáreas, así como medianos y pequeños granjeros, quienes pretendían mejorar su hato con las mejores reces ofertadas, según la tradición que ya todos conocían.
En esa ocasión,
Don Jacinto llevaba el control del acto; él, un reconocido ganadero del pueblo
y los alrededores era algo prepotente, de carácter fuerte, frio y directo en su
trato, por lo cual se gano el apodo de “El gruñón Don Jacinto” aunque no todos
sabían, que, así como recio, también tenía un secreto bien guardado.
Bueno señores,
vamos a iniciar la subasta, dijo al agarrar el micrófono.
“Pablo, arranca
con tus vacas” le comento al primero en fila y así, vaca a vaca y hato a hato,
fueron pujando los ganaderos, por cada una de las reces que llevaron para
mejorar la genética de sus hatos, hasta que llego la hora de subastar las vacas
de Don Jacinto… El entre sus reses llevaba
un semental de pura cepa, genética mejorada, robusto y tiro fijo con la vaca
que le pusieran.
En eso, varios de
los presentes empezaron a pujar por el “Púas” como le decía Don Jacinto a su
semental, uno a uno iban ofertando, mientras que Jacinto en su mente decía “Que
va, este no puede pagar por mi Púas”, tu Juan, que va si tus vacas no aguantan
a este cabrón” y así uno a uno, hasta que llego Don Pedro Soler, uno de los más
humildes finqueros de toda la región, quien doblo la ultima oferta por el Púas.
Ahí Don Jacinto
se levanto airado y con estas palabras se dirigió al Sr. Soler “Pero Pedrito,
tu como me vas a pagar, si ni vacas tienes” tranquilo y sosegado, Don Pedro
ignoro a Jacinto y al no haber mas puja por el Púas, el padrote fue adjudicado
a Soler. Un tanto molesto y curioso,
Don Jacinto fue a hablar con Doña María, encargada de gestionar los cobros de
todas las reces subastadas y le dijo.
“Mira María, no
dejes que Soler te venga con cuentos, yo quiero mi plata hoy” a lo que Doña
María le dijo que no se preocupara, que ella se encargaría personalmente de
entregarle el dinero del cobro, si Soler le pagaba en el momento.
Minutos después y
sin mucho tramite, Doña Maria se apareció con varios fajos de billetes de baja
denominación, mismos que completaban lo prometido por Don Pedro Soler y le dice
“Aquí esta el pago por el Púas, lo conté dos veces y esta completito Don Jacinto."
Este muy
sorprendido, empezó a sospechar de Soler, por lo que le dijo a Doña María… “Este pendejo anda en algo raro” en eso,
Don Pedro subió al Púas a su camioncito y sin dar mayores explicaciones se marchó.
Pasaron las
semanas y Don Jacinto seguía con la piquiña por la compra del Púas, quien ahora
estaba en manos de Soler, en su mente no entendía como el pobretón del pueblo,
ese que ni terrenos tenia, compro su mejor padrote, el que tantos años le había
costado mejorar, cuidar y hasta consentir, por lo que no aguanto mas y se fue
derechito a la finca de Soler.
En el camino Don
Jacinto iba armando las palabras para cuestionar a Soler “A ver tu pinche
ganadero, como le hiciste para comprarme a mi Púas”. Carai, sueno a niña
reclamando algo que no es mío… Ha pero
que carajo, este pendejo tendrá que decirme en que negocio turbio anda, es más,
cuidado y me regreso con el Púas, después de descubrir en que trampa anda. En su
mente, daba por hecho que Soler, mínimo se había metido a narco y que él lo iba
a denunciar para recuperar a su gran padrote y tal vez obtener una interesante
recompensa, pensó Jacinto.
A lo lejos, desde
la cima donde se ubicaba la casa de Soler, pudo observar la camioneta de Don
Jacinto, por lo que, sentado en su mecedora, con su cuecha (Puro artesanal
hecho con hojas de tabaco) en la boca, le espero tranquilito, hasta que se estaciono
frente a la escalera del portal. Sin
mayor saludo, Don Jacinto se bajo de la camioneta y le grito a Soler… Mira pendejo, ¿Qué hiciste con el Púas? a lo
que, sin miedo, Soler le contesto… “Lo
convertí en cientos de chorizos, su cuero lo tengo en suelo de mi alcoba, con
el rabo me hice esta correa y si quieres verlo, adentro en la sala tengo la
cabeza disecada”.
En la mente de
Don Jacinto, no cabía la rabia y del coraje, pateo el poste del portal y dijo “Tu
no tienes idea de la estupidez que has cometido, ese animal tenía la mejor genética
traída desde muy lejos, comía de un pasto especial, tenia a su disposición los
mejores veterinarios, solo lo cruzaba con las mejores vacas de la región, era
mi semental, el mejor del país y cientos de novillos llevan su genética” a lo
cual Soler con toda la calma del mundo le respondió.
“Carai, ese
animal se dio mejor vida que tu y mírate, aquí pataleando por algo que yo no era
tuyo, que infantil eres”
y tu quien te crees mal parido, para dirigirte a mi de esa manera, le reposto Don
Jacinto a Soler… “Te recuerdo que
esta es mi finca, esa era mi res y aquí, quien manda soy yo…” Furioso, Don Jacinto a los gritos le respondió
“Esta me la pagas, mataste a mi Púas” - Carai, parece que el que no sabe
donde esta parado es usted Don Jacinto, le recuerdo que ese, que hoy ya esta
muerto, se lo pague con cada centavo que tenía, es más, quédese tranquilo que pronto
acaban sus problemas. Relajado respondió
Don Soler, a la insolencia del hacendado Jacinto.
Este, que de la
rabia casi tiene un infarto, se subió a su camioneta y con el rabo entre las
patas, se fue derechito al banco del pueblo, para hablar con el gerente, quien
casualmente era su compadre.
“Compadre, vengo de la finca de Soler… Ese hombrecito seguro anda en malas vainas, conoces a alguien que lo pueda investigar” a lo cual Jorge Sarmientos, el compadre de Jacinto le respondió… “La verdad, el no tiene cuenta aquí, a mi no me ha hecho nada y nunca he escuchado nada malo de el” a lo cual Don Jacinto se volvió a enfurecer. Pero cálmate compadre, que aprovechando que estas aquí, tengo algo que informarte, le respondió Sarmiento a Jacinto… “No me digas que me calme carajo, a ver cuenta de una vez”.
Como
sabes, lo que lograste recaudar en la venta de varias de tus reces, no alcanza
para tapar el hueco que tienes con el banco, le dijo Sarmiento a su compadre. Pero compadre, ayúdeme, sabes que estoy
haciendo lo posible, reposto Jacinto.
Bueno, para
salvarte el pescuezo hay una opción.
Como sabes, por ley después de tanto tiempo, el banco pone en subasta
las propiedades, dentro de las cuales estaba la tuya, por lo que hay la posibilidad
que salgas del atolladero y quedes con algo de plata, después de cancelarle al
banco lo que le debes si se vende tu propiedad.
“Me clavas una
estaca en el pecho compadre, no me digas eso” respondió compungido Don Jacinto.
En este sobre hay
una propuesta, la verdad no la he abierto, ya que necesitaba hablar contigo y bueno,
ya que viniste, es mejor que descubramos que es lo que es…
“Ábrelo rápido y
salgamos de esto de una vez” le solicito Jacinto a Sarmiento.
Luego de revisar
varios papeles relacionados a la Finca de Don Jacinto, Sarmiento lee la oferta y al escuchar el monto total de la misma y su procedencia, a Jacinto le
dio un paro cardiaco fulminante y murió.
Pasaron los meses
y llego el día de la entrega de la propiedad, de parte del Banco a Don Pedro Soler.
Mi buen amigo
Soler, que gusto verle, le dice Sarmiento, gerente del banco a Soler… Un gusto Sr. Sarmiento, le respondió
Soler. Sarmiento un tanto curioso, le
comenta a Don Pedro “Sin querer queriendo le salió bien la venganza” a lo cual
Soler le responde ¿A que venganza se refiere? Bueno, usted sabe, le
compro el mejor padrote a mi compadre QEPD y ahora usted es el dueño de su finca,
a lo que Soler le respondió “No fue venganza, solo aproveche las
oportunidades que la vida me puso, sin aparentar, sin hostigar, sin mentir,
siendo honesto, trabajando mucho y sobre todo, creyendo en Dios y en mí. Si usted cree que eso es venganza, creo
que no entiende de que va la vida”.
Moraleja: El que
come callado, hace con un semental lo que le da la gana.
Abdiel Barranco C.

No hay comentarios:
Publicar un comentario